La libertad de expresar la orientación sexual, un derecho humano del siglo XXI

Empecemos por explicar qué significa la palabra LGBT. Que tengamos que explicarlo ya es una prueba de que Japón es un país atrasado, pero no nos queda más remedio porque es una palabra generalmente desconocida. El término LGBT se utiliza para designar a las minorías sexuales, y sus siglas significan ‘lesbianas’ (L), ‘gais’ (G), ‘bisexuales’ (B) y ‘transexuales o personas con disforia de género o trastorno de la identidad sexual’ (T). En cuanto a la denominación trastorno de la identidad sexual, en los últimos tiempos ha caído en desuso por considerarse inadecuada la definición como trastorno y se ha sustituido por la expresión disforia de género.
Aunque no existen estadísticas precisas sobre la proporción demográfica del colectivo LGBT, los estudios indican que representa el 5 % del total de la población, es decir una persona por cada clase escolar. Y, sin embargo, Japón anda retrasado en el reconocimiento de este colectivo, ignorando puntos tan básicos como la diferencia entre la homosexualidad y la disforia de género.
Cabe apuntar que este retraso no es exclusivo de la sociedad japonesa. Al analizar la discriminación para con las minorías sexuales y la orientación sexual se observa que, a diferencia de lo que sucede con la discriminación racial o la de género, no hay casi ningún país del mundo cuya Constitución indique explícitamente el derecho al trato igualitario para las personas de cualquier orientación sexual.(*1)
Ni siquiera en la ONU existe consenso sobre el tema, y es que todavía hay países donde la conducta homosexual consentida se castiga con la pena de muerte. Si la libertad de pensamiento se considera un derecho humano del siglo XIX, y el derecho a una cierta calidad de vida que establece el artículo 25 de la Constitución japonesa (“derecho a un nivel mínimo de vida saludable y culturizada”) es un derecho del siglo XX, el derecho a la libertad de expresar la orientación sexual debería calificarse como un nuevo derecho del siglo XXI.

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